
Una rubia de pelo abundante en su eterno y pueril de dos colas abre las puertas del Hogar de Pony. Su energía parece intacta, Candy White no ha perdido esa mirada brillante envuelta en unos enormes ojos azules, que han llorado repetidas veces por amor, humillación, sufrimiento, tristeza, decepción y alegría.
Lesly Martínez
La vida de Candy ha estado marcada por intensas emociones capaz de estremecer los sentimientos de quienes siguieron las aventuras de esta vivaz, alegre, divertida y romántica huérfana. Sus lágrimas titilantes arrastradas por el viento han contagiado a más de uno.
Ya sea guindada en un árbol con su eterna sonrisa traviesa, o, melancólica desde una tímida balsa posando una rosa en el lago, Candy White Andrew, fue la “tarzan pecosa” que inundó de emociones las tardes infantiles de los venezolanos en la década de los 80 y 90.
En el Hogar de Pony retumban las risas de los pequeños huérfanos que se asoman por las ventanas con curiosidad, Candy les guiña el ojo y les ordena que vayan a jugar a la colina.
Muchos de sus fans se sienten decepcionados porque decidió quedarse en el Hogar de Pony. Muchos esperaban un final más romántico.
- Estaba harta de sufrir por amor, que si se murió Anthony, Terry se casó con una paralítica por lástima y no pudimos tener nada, mi príncipe de la Colina es quien me adoptó y era muy mayor para mi, y Neal que quería obligarme a casarme con él. Yo quedé un poco traumatizada con el tema, por ahora nada de hombres en mi vida.
Muchos cuestionan su inocencia y la tildan de promiscua por sus diversos amoríos durante toda la serie de Candy- Candy.
- Esa es una cosa que me calienta, ¿sabes?, si acaso me di un beso con Terry y fue porque él me lo robó, claro a mí me gustó, no te lo voy a negar. Del resto, Anthony se murió y yo quedé un poco mal, pasé 4 años sin tener nada; luego Archie, uno de los primos de Anthony se enamoró de mí y yo le dije “mira chamo tú a mi no me gustas”. Después Neal, el niñito mimado de mami que nada que ver, ni muerta me casaba con él, y bueno Albert que resultó ser mi primer amor, el Príncipe de la Colina, pero ya estaba muy viejo para mi.
Pero usted vivió sola con Albert, e incluso la acusaron de vivir en concubinato.
- En esa época todo era un pecado, ahora el concubinato es legal. Pero la verdad yo todavía amaba a Terry y Albert lo sabía. Yo sólo limpiaba la casa porque Albert le gustaba meter cuanto animal se cruzara por su camino y yo lo ayudaba en calidad de enfermera porque después del golpe en la cabeza no quedó igual.
Lesly Martínez
La vida de Candy ha estado marcada por intensas emociones capaz de estremecer los sentimientos de quienes siguieron las aventuras de esta vivaz, alegre, divertida y romántica huérfana. Sus lágrimas titilantes arrastradas por el viento han contagiado a más de uno.
Ya sea guindada en un árbol con su eterna sonrisa traviesa, o, melancólica desde una tímida balsa posando una rosa en el lago, Candy White Andrew, fue la “tarzan pecosa” que inundó de emociones las tardes infantiles de los venezolanos en la década de los 80 y 90.
En el Hogar de Pony retumban las risas de los pequeños huérfanos que se asoman por las ventanas con curiosidad, Candy les guiña el ojo y les ordena que vayan a jugar a la colina.
Muchos de sus fans se sienten decepcionados porque decidió quedarse en el Hogar de Pony. Muchos esperaban un final más romántico.
- Estaba harta de sufrir por amor, que si se murió Anthony, Terry se casó con una paralítica por lástima y no pudimos tener nada, mi príncipe de la Colina es quien me adoptó y era muy mayor para mi, y Neal que quería obligarme a casarme con él. Yo quedé un poco traumatizada con el tema, por ahora nada de hombres en mi vida.
Muchos cuestionan su inocencia y la tildan de promiscua por sus diversos amoríos durante toda la serie de Candy- Candy.
- Esa es una cosa que me calienta, ¿sabes?, si acaso me di un beso con Terry y fue porque él me lo robó, claro a mí me gustó, no te lo voy a negar. Del resto, Anthony se murió y yo quedé un poco mal, pasé 4 años sin tener nada; luego Archie, uno de los primos de Anthony se enamoró de mí y yo le dije “mira chamo tú a mi no me gustas”. Después Neal, el niñito mimado de mami que nada que ver, ni muerta me casaba con él, y bueno Albert que resultó ser mi primer amor, el Príncipe de la Colina, pero ya estaba muy viejo para mi.
Pero usted vivió sola con Albert, e incluso la acusaron de vivir en concubinato.
- En esa época todo era un pecado, ahora el concubinato es legal. Pero la verdad yo todavía amaba a Terry y Albert lo sabía. Yo sólo limpiaba la casa porque Albert le gustaba meter cuanto animal se cruzara por su camino y yo lo ayudaba en calidad de enfermera porque después del golpe en la cabeza no quedó igual.
Hay un personaje que la ha acompañado en todas sus vivencias, un pequeño mapache…
-Permíteme corregirte, Klin no era un mapache, era un coatí, es verdad que son de la misma familia pero toda la vida lo han confundido. Lo tuvimos que sacrificar, al pobre le dio moquillo, mucho había durado. Ése fue fiel y eso que una vez lo dejé amarrado en medio del campo.
Su imagen no ha cambiado mucho desde que era una niña ¿algún temor al cambio?
- Te voy a ser sincera, de tanto hacerme dos colas el cabello se acostumbró, si ahor ame lo soltara quedaría de la misma manera, además tengo la melena demasiado abundante como para gastar en peluquería. Pagarle a un estilista sería quitarle comida a 10 huérfanos.
La “pequeña pecosa” ahora un poco más madura dista de la joven de lúdico comportamiento y romanticismo desbordante. Sus aventuras se han traspapelado en la rutina y en una vida amorosa inactiva. Ninguna voz con acento argentino ni subtítulos en escritura japonesa marcan el final de éste episodio, que sin duda sería el capítulo 116 de la serie Candy- Candy.
-Permíteme corregirte, Klin no era un mapache, era un coatí, es verdad que son de la misma familia pero toda la vida lo han confundido. Lo tuvimos que sacrificar, al pobre le dio moquillo, mucho había durado. Ése fue fiel y eso que una vez lo dejé amarrado en medio del campo.
Su imagen no ha cambiado mucho desde que era una niña ¿algún temor al cambio?
- Te voy a ser sincera, de tanto hacerme dos colas el cabello se acostumbró, si ahor ame lo soltara quedaría de la misma manera, además tengo la melena demasiado abundante como para gastar en peluquería. Pagarle a un estilista sería quitarle comida a 10 huérfanos.
La “pequeña pecosa” ahora un poco más madura dista de la joven de lúdico comportamiento y romanticismo desbordante. Sus aventuras se han traspapelado en la rutina y en una vida amorosa inactiva. Ninguna voz con acento argentino ni subtítulos en escritura japonesa marcan el final de éste episodio, que sin duda sería el capítulo 116 de la serie Candy- Candy.
1 comentario:
Muy buena la entrevista a la que fue nuestra compañera por tantas veces!!
Por fin logro comprender a Candy, la incomprendida...
Deberían entrevistar a Terry
Saludos!!
buen blog!!
Katyca!!
PD: podrían entrevistar a el moradito de los teletubbies???... ehh... tinky winky? el rarongo... para develar su verdadera identidad sexual!! xD gracias!
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